Boda de Héctor y Zaida

“Hola, el lunes dentro de dos semanas nos casamos”

Solamente por la frase del comienzo de este reportaje de boda de Zaida y Héctor, ya veíamos venir que la historia nos iba a gustar, y mucho.

¿Por qué te casas? de verdad, una pregunta que parece que todos sabemos responder con facilidad, y no dudo de la veracidad de sus argumentos, si no de que si saben que se ven muchos de ellos reflejados en la fotografía.

El mirar, el estar, la sonrisa, la lágrima, el gesto… siempre encontramos el hilo, y a partir de ahí sale todo por sí solo.

Qué pareja… el blanco del yin y el negro del yang en personalidades y un símbolo en pareja. Utilizando esta metáfora con todo nuestro cariño queremos presentaros a esta pareja que nos propuso un proyecto fotográfico inusual a lo que estamos acostumbrados.

Una salida de confort en toda regla que no estábamos dispuestos a dejar pasar y nos apuntamos a acompañarlos y ser los responsables de contar su historia para siempre. Una historia personal con nombres y apellidos que nos descubrió unas personalidades que nos dieron la posibilidad de captar una fotografía emocional que nos mostraban más sobre ellos según pasaban los momentos a lo largo de la boda.

Cuando revisamos los reportajes creo que es ese el momento de la frase de una imagen, mil palabras. Palabras que hablan, un lenguaje que creo que solo es un privilegio para quien se ve reflejada en ellas. Defendemos la posición de que la fotografía es efecto espejo, lo que hace es capturar la luz que entra por el objetivo. Con esta breve explicación aprovecho para expresar por qué cada boda es única. Lo que enseñamos al final como fotógrafos son momentos únicos. No habrá jamas dos bodas iguales.

Y ésta no iba a ser menos. 

Empezábamos levantándonos con un lunes lloviendo a mares. Novia pasada por agua… novia afortunada. Pues la novia y nosotros, porque la luz tenía un filtro blanco gracias a las nubes que hacía que nos divirtiéramos más si cabe.

Muy pocos invitados, sabíamos que por ahí en este caso no tendríamos estrés, pero por otro lado nuestra estrategia de camuflaje se veía disminuida considerablemente ya que quedamos muy expuestos. Pero no nos dio tiempo a darnos cuenta que ya estábamos fusionados con el ambiente y a disfrutar. A disfrutar curioseando todas esas palabras que queremos que se queden dentro de la fotografía.

Una ceremonia más que sencilla y completísima al mismo tiempo, con sus espacios de risas y con los ingredientes que tienen estos momentos. Creo que en la salida fuimos los que con nuestras fotos dejamos prueba de incumplimiento de ley, porque no se podía tirar nada en la vía pública. Bueno decir en defensa del acto que fue el más rápido de mi carrera como fotógrafo de bodas y que allí no se notaba nada de nada cuando nos fuimos. Jejejejeje 🙂

La sesión post boda en la playa estaba claro que tenía que ser allí.

Volvemos al tema de antes. No se hacen fotos en la playa por ser más chulas, si se me permite la expresión, la sesión la desarrollamos en un lugar personal y especial de la pareja. Podemos repetir con mil parejas en el mismo sitio y siempre son distintas.

El juego de las últimas luces del día, fotográficamente hablando, las preferidas por nosotros. Y así terminábamos de dar forma a un reportaje de boda, con bien dije antes, inusual. Con la última hora y media de luz de un día de abril lo disfrutábamos ya con la confianza adquirida y con la tranquilidad por parte de la pareja para expresarse más libremente ante nuestras pocas indicaciones.

¿Nosotros? Muy contentos, ¿los novios? Nos consta que mucho, ¿el resultado? La fotografía la juzga el que la mira.

Puedes ver más fotos de esta boda en la galería.

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